Fallece el misionero Santos Ganuza

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Con dolor y esperanza cristiana, despedimos al P. Santos Ganuza Lasa que ha pasado a la Casa del Padre en Pamplona el día 6 de enero, fiesta de la Epifanía del Señor, a la edad de 94 años tras sufrir un ictus irreversible. Se da la circunstancia de que éste fue el día en que recibió su Ordenación Sacerdotal en 1954. 
 

Los PP. Santos Ganuza y Guillermo Bauzà junto a un grupo de niños, en los primeros años de nuestra misión rwandesa.

 


 

Las semillas de la vocación misionera

A penas se cumplían los 69 años de su ordenación presbiteral en Palma, el día 6 de enero de 1954, en la clínica de San Miguel de Pamplona, el P. Santos ha sido llamado por el Padre a la Gloria para siempre.

Lo único que podía tener programado, como era el hoyo en el que reposarían sus restos, le ha fallado. No ha sido ni siquiera la tercera fosa que había previsto, la que le ha acogido en Zamengoé (Lekie-Camerún). Ha quedado junto a la Virgen de Jerusalén, de Artajona (Navarra). La imprevisión, o mejor el exceso de previsión, no le ha ido mal. Los restos permanecen junto al pueblo que lo amaba y que toda su vida le ha apoyado, y justo donde descansan, viven y oran los hermanos misioneros de los Sagrados Corazones de la Comunidad que un día, cuando la desafortunada guerra de los tres años ya acababa, le acogió.

De aquellos años de internado, repleto de aventuras para comer y para estudiar con libros de texto a menudo improvisados por nuestros hermanos creativos, si los hubo, poco podemos decir. Pero sí que las multicopistas de la comunidad realizaron tareas heroicas cuando imprimían manuales para enseñar latín y otras materias, y así ayudaban a los adolescentes que tomaban la antorcha de San Francisco Javier, del que el P. Joaquim Rosselló llevó una reliquia.



Del Noviciado al envío misionero

Superados los años de humanidades, Santos pasó al Noviciado de La Real en Mallorca, fundado por el P. Fundador, donde según se había establecido, durante dos años, desde el 23 de septiembre de 1945, se introdujo en las doctrinas ascéticas, para poder profesar en la Congregación, hecho que celebró, poco antes de cumplir los 19 años, junto con su compañero el P. Javier Urtasun, del pueblo vecino de Artajona, Añorbe, el día 28 de septiembre de 1947.

Eran los años de las dos posguerras, la española, que empezó el primero de abril de 1939, y la que siguió a la segunda Guerra Mundial, a partir de 1945. Los alimentos y toda clase de recursos comunes en las sociedades industrializadas eran escasos, debido a que los fascistas que habían ganado la guerra en España estaban acorralados por los países que habían derrumbado a los nazis alemanes. Hacia los años 1952 y siguientes, España alcanzó el nivel de vida de 1936, mientras en Europa ya había estallado lo que fue llamado el milagro alemán.

Durante estos años el papa era Pío XII y el Superior General lo era el P. Gaspar Munar, y el Maestro del Escolasticado era el P. Guillem Gayà. La tónica de la vida eclesiástica se inspiraba en el orden, en la ortodoxia más que en la atrayente proclamación de la fe, en el respeto a la autoridad, mucho más que en fomentar los valores fraternales y comunitarios. Predominaba la ascética sobre los valores carismáticos.

La filosofía y la teología que se estudiaban era una derivación de la neoescolástica, expuesta en tesis repetitivas y desencarnadas.

Por otra parte, se formaban personas enteras, austeras, laboriosas, atrevidas, convencidas del poder de la oración, a la que eran fieles, y dispuestas a obedecer en nombre de Cristo. El Estudiante Santos, por lo que pude averiguar, estaba entre los más piadosos y austeros, y amantes de la disciplina y, al mismo tiempo, alejado de toda presión sobre los hermanos, no siempre evitada.



La formación de la Congregación

Siempre la formación ha corrido a cuenta de la caja común de la Congregación, de modo que cuando el filosofado y teologado fueron trasladados de La Real a Lluc, con su biblioteca, el Superior General firmó un convenio con el arzobispo-obispo Josep Miralles Sbert, según el cual la Congregación pagaría al Santuario, para la manutención de los profesos, lo mismo que el obispado ingresaba en el Seminario de San Pedro para los seminaristas. Dejamos aparte otros trabajos que realizaron los misioneros y, sobre todo, la calidad en el culto, que se convirtió en análoga a los grandes monasterios y santuarios, con una Schola Cantorum única en Mallorca, y con ministros numerosos en las celebraciones de gran calidad litúrgica.

La Congregación tenía la Escolanía de Lluc, la Escuela Apostólica o Seminario Misional de Artajona, el Seminario de Río IV mencionado, el colegio de Sóller, la Escuela de Nuestra Señora del Coll, en Barcelona, y ya el ambiente era propicio para abrir un colegio en Madrid y otro en Valencia.

Esta realidad era un referente objetivo para una persona sensata como el joven misionero Santos, que no buscaba realizaciones personales, individualistas, sino, como lo escribió en las Reglas el P. Fundador, quería hacerse útil para la Congregación, que no es nada más que poder servir en la misión, que le es esencial. Pues bien, el E. Santos fue uno de los que sacaron tiempo para examinarse de bachillerato en el «Institut Ramon Llull» de Palma, el único que entonces daba ese título en Mallorca.

El E. Santos y otros en igual proporción, y muchos más modestamente, aprendían espontáneamente a realizar trabajos caseros, imprescindibles y propios de personas realistas y austeras, de modo que no tengan que ir a un sastre para coser un botón, ni llamar al técnico para poner una bombilla eléctrica, o acudir al platero para quitar un poco de grasa y las huellas en el cáliz, o marchar tras el encuadernador para aferrar una hoja del misal.

Posteriormente, el P. Santos aprendió mecánica para resolver problemas de los vehículos. Él decía que era «campuzano», es decir campesino y nada ciudadano. Donde tuvo que detenerse fue con el ordenador. Hizo pruebas al principio; pero se convenció de que no es lo mismo la mecánica que la informática. Sin embargo, ante los costes de la tinta de impresora hizo mezclas de tinta para escribir a mano. No sé qué resultados logró. Lo que interesa es ver cómo tuvo iniciativas y ser algo del mundo de los pobres. Así vivió él.



Formación espiritual integral: hacerse útil para la misión, vestido de soldado

La Congregación crecía y precisaba más sitio para sus jóvenes profesos, al tiempo que también la Escolanía del Santuario de la Virgen de Lluc era completada y triplicada en voces musicales, con los niños que formaban, desde hacía decenios, la Escuela Apostólica. Entonces unos porches que había sobre el corredor de la comunidad, que miraban al patio de los «blauets», se convirtieron en dormitorio del centenar de niños y adolescentes que formaban aquel internado.

Entonces, cuando llegaron las vacaciones del verano, los Estudiantes de Filosofía y Teología se convirtieron en peones de los albañiles, junto al maestro Rafael Navarro. Uno de los que más mostró sus cualidades artesanales e incluso mecánicas fue Santos. Entrado el nuevo curso, 1953-1954, en días de vacaciones y de fin de semana, algunos grupos de Estudiantes misioneros se dedicaban a aquella construcción. Fue una aportación considerable, pues ni el Santuario ni la Congregación disponían de tantos recursos.

Ese sentido de pertenencia mostró la calidad espiritual de la mayoría de profesos jóvenes. Aquel trabajo en la construcción siguió años después en la edificación de la capilla del Escolasticado, que hace de salón de actos.

Aquellos peones de albañil en verano, por Navidad y Pascua hicieron una gran labor, y entonces causaron una sorpresa. Las sotanas viejas o blusas que llegaban hasta los pies no eran la indumentaria más adecuada para unos peones de pala, martillo y escoplo. Pero no vestir sotana era impensable.

A los mayores, como el P. Munar, Superior General, no les pasaba por su entendimiento dejar de vestir el hábito. Pero ese superior toleró una escapatoria, que salvaba la diferenciación de la generalidad de los jóvenes.

El subterfugio vino por parte del Ministro General, P. Joan Melià. Tenía un amigo militar, creo que era un capitán de Inca, al que le pidió uniformes de soldado usados. Y así tuvieron el Escolasticado de Lluc aparentemente militarizado. Los profesos podían hacer de peones sin los entorpecimientos para la movilidad que causaba la sotana, al tiempo que no vestían como laicos normales. Tanto es así que, cuando un grupo de aquellos fue al Gorg Blau a extraer grava, unas chicas quedaron asombradas de que aquellos soldados no las tiraban piropos.

Mientras aquella indumentaria sirvió, la endosábamos para trabajos parecidos y para sacar patatas del huerto de Lluc, que tan frondoso lo había hecho el Hermano Rafael Malondra. Era otra forma de ayudarnos económicamente, como Congregación que profesa pobreza. Dicho sea de paso, los que fuimos novicios del curso 1954-1955, antes de acabar el Vº curso en Lluc, desde la primavera de 1954, ya tuvimos nuestra taquilla y la cama en aquel gran dormitorio y, después del Noviciado, todavía estuvimos a tiempo para recoger grava y hacer algún trabajo en la citada capilla.

Al menos durante el subdiaconado y diaconado, como había ocurrido alguna vez, en este caso el profeso Santos Ganuza impartió algunas asignaturas a los aspirantes que estábamos en Lluc. Un servidor recuerda que en Vº Curso nos dio historia de España, o Universal, o ambas. Incluso guardo cierto recuerdo del examen. Era otro servicio que prestaban a la Congregación, cuando las vocaciones eran relativamente abundantes y los recursos económicos volaban bajos. Era vivir lo que un Capítulo General recogió, diciendo que uno de los nombres de la pobreza es el trabajo.

Santos, en estas clases y en los momentos que la seguían, se mostraba ferviente entusiasta de los Sagrados Corazones y profundamente empapado del carisma misionero del P. Fundador. Incluso recuerdo que nos alentaba a pedir su canonización. Nosotros, adolescentes, le preguntábamos cuándo se realizaría este reconocimiento del Papa. Él, supongo que ingenuamente, nos decía que estaba cercano. Pero, pasada su muerte, todavía hoy la canonización depende de un milagro, posible, si lo pedimos con fe.



El reto de Hispanoamérica

Integrados en este ritmo espiritual y misionero de la Congregación que respira sentido eclesial, es necesario que hagamos memoria de la sectarización del protestantismo y del anglicanismo en los adorados por Pío XII Estados Unidos de Norteamérica. Las sectas amenazaron el continente Hispanoamericano católico, gracias a su secular misión, sobre todo castellana.

Así, basta con seguir los escritos del P. Munar en Acta Missionariorum Sacrorum Cordium Iesu et Mariae, para captar cómo el reto misionero hacia el exterior se encontraba en América, donde ya el P. Munar había enviado a los primeros misioneros, al seminario de la Sagrada Familia de Río IV (Córdoba- Argentina), y donde la Congregación se había asentado con gran satisfacción del obispo Leopoldo Buteler, y cuya labor pastoral misionera llegaba incluso Paraguay.

Este aliento misionero era asimilado por los jóvenes profesos y también por los aspirantes de Lluc, especialmente a través de las Academias de los SS. Corazones, Mariana y Misional. Las semanas de oración, Octavario por la unión de las Iglesias, por el aniversario de la aprobación de las Constituciones, novena de los SS. Corazones, por el Domund, la novena de la Purísima, iban acompañadas por temas de estudio de las respectivas academias. Todo hacía que las brasas de la misión se mantuvieran encendidas.

El segundo empujón llevó al P. Munar al mar Caribe, para fundar comunidades misioneras en Rep. Dominicana, Puerto Rico y Cuba.

Era en los primeros años del tercer sexenio de su superiorato, cuando el Escolasticado de Lluc lo formaba una treintena de jóvenes, navarros y mallorquines, y algunos de otras proveniencias peninsulares, cuyo número crecía de año en año.

Así, el día 6 de enero de 1954, solemnidad de la Epifanía del Señor, el diácono Santos Ganuza, nutrido espiritualmente por los recursos que la Congregación nos brindaba, fue ordenado presbítero para disponerse a incorporarse a los primeros Misioneros de los SS. Corazones que hacía poco habían sido enviados a Rep. Dominicana, en la parroquia de San Fernando de Montecristi.

Se distribuyeron para atender, además, a las parroquias de San Ignacio de Loyola de Santiago Rodríguez, y la de Guayubín.

Santos se incorporaría al grupo de Santiago Rodríguez, junto al P. Joan Horrach y al Hno. Facundo García Sanahuja. Estos dos sufrieron en 1955 un grave accidente en la carretera de Dajabón-Santiago Rodríguez en el que murió el P. Horrach. La Congregación quedaba ya para siempre en esa tierra.

Poco antes el P. Munar informaba oficialmente que la pastoral de calidad de los Misioneros incluso mostraba ya algún brote de vocaciones dominicanas a la Congregación: ‘Capullos de vocaciones que empiezan a entreabrirse, apenas aquellas almas juveniles han entrado en contacto con nuestros Padres’ (AMSSCC, III/24, marzo 1955, 207). Era algo que el P. Santos esperaba. Pero la flor todavía no maduró.

Entra tanto, el P. Santos, nacido en tiempos de una dictadura y enviado como misionero en tiempos de otra, al cabo de una media docena de años de vivir bajo otro régimen incluso sanguinario, se negó a cantar el Te Deum en homenaje al dictador Rafael Leonidas Trujillo, que ya llevaba treinta años como señor de toda la Rep. Dominicana.

Al P. Santos, según lo que recuerdo de lo que escuché, los esbirros del potentado no le dejaron ir a su celda, sino que le llevaron hacia los antros policiales, para ser expulsado del país, y puesto en un avión hacia Sao Paulo de Brasil, en el que subieron otros sicarios del régimen, que mencionaron su nombre de manera audible por él.

Llegado al destino, no quiso salir por la puerta reglamentaria, a fin de no ser tomado o asesinado por otros emisarios del autócrata. También contaba con que una funcionaria del aeropuerto actuaba policialmente contra él. De Sao Paulo viajó hasta Puerto Rico, donde ejerció el ministerio hasta que después que el 30 de mayo de 1961, cerca de la calle Privada, de Santo Domingo, Trujillo fue asesinado. Esta vía urbana llega a la parroquia de Santa Rosa, confiada a la Congregación, entonces inexistente.

El P. Santos pudo volver a su destino misionero. Mencionaremos que en Montecristi creó una cooperativa de pescadores, de la que no hace muchos años aún quedaba su casa, al otro lado de las salinas.



El reto misionero de África

Al año siguiente el papa Juan XXIII abría el concilio Vaticano II, que nos cambió a todos. Después del hieratismo de Pío XII, tan personalista que parecía insustituible, entraba una sinodalidad católica y ecuménica, no vislumbrada pero inconscientemente deseada y abierta a una catolicidad nunca experimentada.

Pío XII sintonizó con los movimientos independentistas de los pueblos africanos por lo que, con diversas intervenciones, especialmente en la encíclica Fidei donum de día 21 de abril de 1957 apuntó que había llegado la hora de África. Pasado el medio siglo del comienzo de la evangelización, los obispos nativos empezaban a presidir varias iglesias locales y el concilio Vaticano II (1962-1965) escuchó voces de obispos nunca oídas.

Fruto de esta nueva conciencia de la catolicidad, se conformó en el Escolasticado de Lluc una eclesiología nueva, desde el horizonte misionero que se convertía en un nuevo reto para la Congregación.

En el decreto de erección de la casa de Montecristi, de día 20 de diciembre de 1953, el P. Gaspar Munar presentaba la labor de los hermanos que debían empezar en Rep. Dominicana precisando que el fin específico de la nueva fundación sería eminentemente apostólico y su labor tendría que ser muy parecida a la de una misión viva (AMSSCC, 3/23 (marzo 1954) 129).



El Capítulo General de 1963

Para el Capítulo de 1963, los Estudiantes profesos prepararon una memoria pidiendo que nuestra Congregación misionera entrara en lo que se llamaban «misiones vivas». El Maestro de Estudiantes, P. José Félix Núñez, presentó ese escrito.

La Congregación asumió un nuevo compromiso y el P. Miquel Gual, nuevo Superior General, hasta entonces misionero en Rep. Dominicana y después en Puerto Rico, recibió peticiones de voluntarios para ir a África. Finalmente, en 1967, después de tratar con el Padre Blanco mallorquín Moragues, y con el presbítero mallorquín, Miquel Parets, misionero en el Burundi, se descartó ir a una isla en la bahía de la entonces llamada ciudad de Lourenço Marqués (Mozambique, aún no independiente), y se contactó con el obispo Perraudin de Kabgayi, quien recibió a los dos primeros misioneros de los SS. Corazones, PP. Santos Ganuza y Melchor Fullana. El P. Santos había cumplido los 39 años. El P. Fullana estaba sobre los 30 con cinco años como presbítero. Ambos fueron enviados a Suiza a aprender francés.



De Zaza en Kiziguro

Llegados a Ruanda, siguiendo la tradición misionera que arranca en Pentecostés, la Iglesia se abre a los pueblos y, como lo dice el concilio Vaticano II, no roba nada a las culturas, sino que las asimila y purifica, y no coloniza imponiendo lenguas, sino aprendiéndolas, con amor a quienes deben ser evangelizados. Por aquí se entra en las costumbres, que son patrimonio de los pueblos.

Así, después del curso específico para conocer un poco el kinyarwanda, y unos elementos de historia y de cultura del país, fueron enviados a realizar el entrenamiento en la misión a Zaza.

Después de varias propuestas, les fue confiada la inmensa parroquia de Kiziguro, del nuevo obispado de Kibungo, creado el 5 de septiembre de 1968, que sería presidido por el obispo Joseph Sibomana (05-09-1969 - 30-03-1992). No muchos meses después, la Congregación asumiría la parroquia de Rukara, desmembrada de Kiziguro. Esta parroquia permanecería en el obispado de Kibungo cuando el 5 de noviembre de 1981 se crearía el otro obispado de Byumba, en el que quedaría Kiziguro.

Las inmensas parroquias estaban organizadas por centrales, subdivididas en sucursales y otras comunidades según la colina, con los respectivos catecumenados de adultos, en los que preparaban los que de su religión tradicional pasaban al cristianismo. Estaban los catequistas de adultos. Añadamos las asociaciones del Corazón de Jesús, de jóvenes…

Así, debemos decir que el P. Santos fue incorregible en las veladas de los sábados, durante las cuales con una lámpara de aceite o con un quinqué en Ruanda, y con electricidad en Camerún debía terminar de escribir sus homilías dominicales. Posteriormente pasó muchas al ordenador. No eran cortas. Siempre mantuvo la especie de que en Ruanda los cristianos a veces caminaban una hora y más para participar de la misa, y que no podían despedirlos con diez minutos de homilía.



De curtidor de pieles a zapatero

Junto a las tareas pastorales, el P. Santos Ganuza organizó con el tiempo unas obras sociales, entre las que resaltaremos la del taller de sazonar cuero. Era una forma de aprovechar las pieles de las vacas abundantes en el país. Para hacer más completa la fabricación, sembró unos millares de taninos, con cuya corteza producía el preparado necesario para adobar las pieles.

El sentido práctico le mostró que era necesario aprender cómo funcionaba todo este conjunto de trabajos. Y organizó sus vacaciones de tal modo que descubrió a unos artesanos en Valencia que ejercían ese oficio, y hacia allí se dirigió para hacer de aprendiz de cómo sazonar las pieles.

Así contribuía a garantizar una producción de una calidad adecuada mostrando cómo, con los recursos existentes en Ruanda, podían producir calzado y otros objetos de piel. Cierto que la importación ha inundado el mercado con materiales mucho más baratos; pero la artesanía tiene puertas abiertas para aprovechar unos productos ruandeses y lanzarlos elaborados, como fuente de ingresos que lleguen al sector primario.

Como complemento necesario del adobar pieles, organizó un taller para fabricar calzado junto al templo de Rukara de modo que ,salvo las hebillas, hilo y cordones, el calzado se convertía en un producto totalmente ruandés.

Incluso empezó la producción de balones de fútbol, aunque daban más resultado los cinturones, bolsas de viaje, sandalias, etc. Todo se fue al garete con la guerra de 1994.



La escolarización, la salud y el agua

Una tarea que han realizado nuestros misioneros ha sido que, junto a los catecumenados de adultos, han construido y renovado innumerables escuelas. Baste decir que un servidor en 1993 asistió a la inauguración de 19 aulas para más de 50 alumnos cada una en la parroquia de Rukara, promovidas por los PP. Santos y Jaume Roig.

Otra obra importante fue la del dispensario de Kiziguro, convertido en hospital, actualmente en funcionamiento, construcción financiada con una donación de Mallorca. Hasta 1994 condujeron el hospital las misioneras españolas del Instituto Vita et Pax, con las que la colaboración fue espléndida.

De mucha calidad es la labor de las Misioneras de los Sagrados Corazones, que se establecieron en Rukara, donde estaba el P. Santos, las cuales han creado una red sanitaria de calidad envidiable, con especial cuidado para la salud y formación de la mujer.

Digamos que en los primeros tiempos de la misión en Ruanda, la Congregación, con la Procura de Misiones, aún colaboró en las campañas para erradicar la lepra, como se logró. Es una muestra más de cómo quienes practican la caridad cristiana saben amar a quien pasa hambre; pero África subsahariana ha disfrutado de un sistema sanitario en la mayor parte construido por las congregaciones religiosas, especialmente femeninas.

Entre los proyectos de los misioneros ha estado siempre hacer posible el acceso de la gente al agua. En Rwanda el abastecimiento era una tarea de las mujeres y de los niños, quienes van a tomarla a los valles, por donde corren arroyos. Pero tenerla que llevar con cucarachas sobre la cabeza, con un niño en la espalda es agotador. El P. Santos, con la comunidad misionera, hicieron en Rukara un proyecto para encauzarla hasta el pequeño núcleo entonces habitado. Fue el ayuntamiento que frustró esa realización, cuando no quiso o no pudo garantizar el suministro adecuado.

El asistencialismo, si existe, deben buscarlo fuera de las misiones cristianas.



La Procura de Misiones y la Fundación Concordia Solidaria

Esta necesidad evangélica recibió una adecuada respuesta por parte de la Congregación. Por esas kalendas, los PP. Gaspar Munar y Agustí Martí habían conseguido una gran popularidad con el rosario y la misa radiados, a lo que hay que añadir las campañas para la consagración de los hogares a los Sagrados Corazones.

Con este público muy extendido, la Congregación confió al P. Agustín la creación de la Procura de Ruanda, a la que le han ido mudando sus nombres y también ha sido suficientemente ágil para reformular sus proyectos.

Ha ayudado a innumerables familias, ha promocionado muchos proyectos evangelizadores, luchó contra la lepra, al tiempo que escolarizaba a muchos niños, etc.

Fue una institución que permitió que no sólo pudieran realizar obras de promoción misioneros como los PP. Santos o Mariano Iturria, que tenían buenas conexiones familiares y de amistad en su pueblo de origen y contando con el impulso del ayuntamiento. Desde entonces, todos los misioneros, empezando por los de Ruanda, Rep. Dominicana y Rep. Argentina, tuvieron un apoyo eficaz.

La escolarización comprendió las matrículas de seminaristas diocesanos, muchos de los cuales han sido ordenados, y entre ellos algunos han sido ordenados como obispos.

Cuando la Congregación empezó a tener vocaciones, las becas a los seminaristas se redujeron, pues la Congregación necesitaba ese dinero. Recuerdo bien que, en otoño de 1993, en una visita al obispo de Byumba, Joseph Ruzindana (05-11-1981 - †08-06-1994), que pasaba unos días en el seminario menor de Rwesero, también saludamos a los seminaristas becados, y después el P. Jaume Roig expresó esta necesidad.

Así, cuando el P. Santos fue el avanzado en la fundación del Noviciado de Butare, cerca de Burundi, junto con los demás misioneros, en realidad provocaron un replanteamiento de los objetivos de la Procura, para que las casas de formación en África fueran su objetivo primordial.

De hecho, cuando en 1994 se fundó la Comunidad de ‘Notre Dame du Lac’, en Yaoundé, y en 2005 la casa de espiritualidad -centro de formación en valores humanos- cristianos en Zamengoé (Lekie-Camerún), la Congregación dispuso de los recursos necesarios.

Con el fin de entender la obra misionera de la Congregación, con la aportación singular del P. Santos, completaremos este punto diciendo que, análogamente a la fundación de la Procura de Misiones, en años todavía de Cristiandad, fue una respuesta completa a lo que precisaba la misión de la Congregación. Treinta años más tarde los cambios políticos, sociales y religiosos colocaron fuera de lugar a la Procura, por su carácter confesional. Entonces, las urgencias misioneras seguían pidiendo obras sociales, más allá de lo que abarcaban las posibles relaciones de los misioneros europeos, y así se creó la Fundación Concordia, como Organización No Gubernamental (ONG) de promoción.

Con el gran prestigio de la Procura, Concordia pudo entrar más pronto en los proyectos de promoción que realizan los ayuntamientos y otras instituciones.

Así, no sólo los misioneros europeos, sino todos los hermanos de nuestra familia misionera, empezando por los más vecinos de los pobres, han tenido, tienen y la Congregación quiere que tengan acceso a poder ofrecer los servicios humanos que dignifiquen a las personas a las que anunciamos que los pobres son bienaventurados. Todo en coherencia con el Ven. P. Fundador, un santo pobre, amigo de los pobres. Así lo intentó ser el P. Santos.



Los primeros noviciados y las ordenaciones. Nuevo rumbo del P. Santos.

Pasados los diez años de misión en Ruanda, tocaron a la puerta los primeros candidatos que pedían incorporarse a la Congregación. Diremos que uno de los atractivos que sentían los jóvenes era el del título de la Congregación, que muestra a los Corazones de Jesús y de María.

Los PP. Santos y Mariano Iturria eran los más animados en esta misión multiplicadora de la evangelización. En este caso, además, tenía el valor adjunto de que la iglesia de Jesucristo crecía en catolicidad, arraigaba con la ordenación de nuevos ministros y con la implantación de la vida religiosa mediante hijos suyos ruandeses. Se trata de obedecer a Jesús que invitaba a pedir obreros para su mies.

Con el primer novicio, Gérard Karuranga, el P. Santos fue destinado a Butare y entró en una nueva vertiente de la vida, la de formador de jóvenes misioneros, que le ha encantado y ocupado durante los últimos cuarenta años de la vida. No es otra cosa que lo que decía del P. Fundador, que tenía «encorazonados» a los jóvenes. Él tiene mucha parte de que la Congregación de Misioneros de los Sagrados Corazones hoy tenga una mayoría de misioneros africanos. Es un signo de los tiempos que supo captar y que hará de esta comunidad cordial una familia evangélica de la Iglesia del siglo XXI.



Un trastorno doloroso

Hacia 1990 las cosas cambiaron mucho, debido a los forzados movimientos de pueblos. En 1994 una guerra cruel como todas estalló. El P. Santos volvía a estar en Rukara con el primer presbítero misionero ruandés, el P. Gérard mencionado. Éste había pasado unos años especializándose en teología bíblica en Roma y en Rukara, junto al ministerio parroquial, se responsabilizaba de acompañar al movimiento nacional de la llamada «Liga del Sagrado Corazón de Jesús». Para atender a esta asociación, había ido como cada semana a Kigali, y el 7 de enero, al regresar a Rukara, chocó con un camión y murió unos kilómetros después de la salida de la capital. Por supuesto, de ese vehículo pesado nunca se ha sabido nada.

En aquellas tristes circunstancias, y también de fuerte estrechez de personal, el Superior General recurrió a la fraternidad, y surgieron algunos voluntarios. Uno, el P. Melcior Fullana, debido a su buen conocimiento del idioma, partió enseguida hacia Rukara. Otro, el P. Matías Martínez Ayerra, debía esperar.

Las tensiones en Ruanda llegaron a graves enfrentamientos y al asesinato del presidente que volvía al país con el del Burundi, justo cuando el avión que les llevaba se disponía a aterrizar en Kanombe, aeropuerto internacional de Kigali. Las iglesias se llenaron de refugiados.

Los PP. Santos y Fullana hicieron lo que pudieron para protegerlos, hasta que las bombas acabaron con cientos de vidas de quienes estaban en el templo de Rukara y, por bendición de Dios, no terminaron con la del P. Santos, que se metió bajo la cama, en su celda, pared con pared con el templo. Las balas agujerearon el zinc del techo del templo, pero las bombas tumbaron el de la celda del P. Santos.

El P. Fullana pasó la noche junto a la casa parroquial, escondiéndose en el platanar. Contra lo que sospechaban, ambos por la mañana se sorprendieron viéndose vivos. Fuerzas extranjeras les invitaron a que partieran del país, donde su presencia no ayudaba a salvar vidas. Lo mismo hicieron los misioneros de Kiziguro.

En Butare, el P. Mariano Iturria, tal y como lo conversábamos varias mañanas vía telefónica, permanecía con los novicios y estudiantes de filosofía y teología. Él se mantuvo firme en que seguiría a los jóvenes misioneros en Butare, y solo partiría hacia España si éstos optaban por hacerlo. Finalmente decidieron dejar la casa de formación y pudieron viajar a Madrid desde Buyumbura (Burundi).



Entre Camerún y los refugiados de Cyabarissa (Tanzania)

De repente nos encontramos con todos los misioneros de Ruanda exiliados. Rápidamente se organizó el Escolasticado en Madrid, donde entre todos ofrecimos un curso académico según las urgencias. El cardenal de Madrid fue debidamente informado.

Entre tanto, se consultó la Congregación de Seminarios para ver cómo orientábamos la nueva etapa de la Congregación en África. Todo seguía las pautas que elaborábamos en periódicas reuniones que teníamos entre los misioneros africanos y el Consejo General. Se llegó a un consenso, siguiendo una de las indicaciones que recibíamos de Roma, y los PP. Josep Amengual y Batle y Mariano Iturria pidieron entrevista con el arzobispo de Yaoundé, Jean Zoa (1922 - 1998). El P. Mariano había ido a Yaoundé hacía años y el arzobispo Zoa se había hecho notar durante el concilio Vaticano II.

La entrevista tenida en junio con este arzobispo dio buenos resultados y así, el Superior General con el Consejo, acordaron fundar en Yaoundé y precisamente en uno de los tres lugares que el arzobispo Zoa había propuesto, en Notre Dame du Lac, que era un gran solar que posteriormente fue adquirido por el obispado y la Congregación, para establecerse. En otoño de 1994 se realizó la fundación.

Este nuevo encuentro del P. Santos con África le llenó de satisfacción, porque no fue repetir una experiencia ya conocida. La África que describen las revistas no se corresponde con la realidad de Ruanda. Este país es ordenado, relativamente organizado, silencioso y sin manifestaciones religiosas digamos politeístas, pues la religión tradicional tiene unos rasgos casi monoteístas.

El Camerún vitalista y ruidoso, con variedades religiosas, con manifestaciones contrastadas, incluso violentas, muchos pueblos y muy expresivos, le impresionó.

Hay que decir que, a pesar de ser un continente con un fuerte crecimiento del cristianismo, en Europa las religiones africanas interesan poco. El diálogo interreligioso, cuando existe, es pobre. En último término, hay poca caja que hacer y no viste mucho.

Creo que debería tener continuidad un número de Vinculum que se hizo sobre las religiones en Camerún, superando complejos y perezas.

Siempre me ha interesado qué sienten espontáneamente, íntimamente, antes de cualquier reflexión, los obispos africanos y nuestros hermanos cuando sufren una desgracia, un accidente. ¿A quién invocan? Es una pregunta que me inquieta, en el sentido de que puede no ser uniforme, pero puede ser un indicio de la creciente inculturación del cristianismo. Pondré un ejemplo análogo. El «blauet» que entró en Lluc detrás de mí, en 1948, era de Andalucía. Hablaba siempre en mallorquín, pero cuando le daban una coz jugando a balón, reaccionaba en castellano. Ahora, sigue hablando en catalán. ¿Pasa algo parecido, en la experiencia religiosa entre los cristianos africanos? Esta pregunta no tiene sentido en Egipto, Etiopía. En cualquier caso, no quisiera molestar a nadie. Santos estaba interesado por las religiones africanas.



Cyabarissa, campo de refugiados en Tanzania

Los PP. Santos e Iturria, entre tanto, propusieron seguir a los feligreses ruandeses, que habían huido de Ruanda, hacia el otro lado de la frontera que marca el río que se atalaya desde Rukara y Kiziguro. Allí fueron con el P. Jaume Roig, que había ido a Ruanda para que se promoviera la pastoral vocacional. Los PP. Santos y Roig realizaron un acompañamiento en cuatro campos de refugiados, que arropaban a unas 200.000 personas.

Organizaron la catequesis, la pastoral, la liturgia y las posibles obras sociales muy limitadas por Naciones Unidas. Las Hermanas de los SS. Corazones hacían una tarea parecida, con las escuelas de costura, a pesar de rozar los límites de la legalidad. Se proyectó una escuela de estudios de secundaria. Un servidor llevó consigo el dinero que había recogido la Procura de Misiones, pero los funcionarios de la ONU no lo permitieron, por considerarse una actividad política.

Así, al cabo de unos años, llegó el fin de los campos de refugiados ruandeses. Al final, el P. Santos fue considerado oficialmente persona non grata y de esta suerte fue fotografiado. Un periódico publicó este retrato, que el mismo retratado nunca pudo tener. Ojalá lo podamos conseguir.

Ver las multitudes de ruandesas y ruandeses que volvían a su casa, con caminatas de días y días era asombroso.



 


 

De nuevo en Camerún

El P. Santos regresó a Yaoundé, donde volvió como párroco unos años y siempre estuvo cerca de los prenovicios, novicios y jóvenes estudiantes de filosofía.

Diremos que Camerún es el país en el que la Congregación ha tenido más rápidamente vocaciones del lugar e incluso de otros países y culturas. Este último hecho se debe a una estabilidad política por lo que llegan a él personas de países vecindarios. Algo de esto intuíamos cuando fundamos allí.

En medio de estas ricas circunstancias, el P. Santos era el gran referente para todos. Su vida coherente, empapada por los tiempos de la oración diaria, le daba credibilidad, prestigio que recibía el apoyo de un respeto por todas las personas, independientemente de su etnia. Algo de esto se encontrará escrito por una persona de Yaoundé, en una carta que recibí por los años 1995 o 1996. Puede que se encuentre en el Archivo General. No sé. Para el P. Santos y para la Congregación lo que interesa es la persona.

En definitiva es amar al Creador y al Redentor, y seguir la gran observación que hizo San Pedro, bien judío, que fue enviado a casa del centurión romano (Hch10, 35), reproducida por el concilio Vaticano II, en Lumen Gentium 9, cuando habla de la salvación universal, para introducir el capítulo sobre el pueblo de Dios que es la Iglesia, sacramento de salvación.

Su austera vida, era productiva incluso económicamente, con su sentido práctico, que servía a todo el mundo con su incansable laboriosidad.

Empujado por los años dedicó horas y horas a reelaborar en francés la biografía del P. Joaquim Rosselló i Ferrà que consta en la Positio, aprobada por la Congregación para las Causas de los Santos y titulada ‘Columna y antorcha de la Iglesia de Mallorca’, para que los jóvenes puedan acceder a las fuentes que expresan el carisma de los Misioneros de los Sagrados Corazones debidamente documentados. Tareas así realizó otras menos vistosas pero no menos útiles.

Así no debe sorprendernos que los jóvenes le sacaran apodos, como el de «Torá», en hebreo «La Ley», o el de «abuelo». Fue un hombre coherente y amable, como corresponde a un misionero inspirado en el amor de Dios mostrado en los Corazones de Jesús y de María, que en la Congregación fue transmitido por el Venerable P. Joaquim Rosselló i Ferrà.

Por decirlo con palabras que casi a media noche de hoy, 10 de enero, me escribe un antiguo Congregante ruandés, las transcribimos: «Yo creo que ha sido un misionero formidable, un verdadero testigo de Jesús en medio de su pueblo, sobre todo de los menos favorecidos».

Precisamente esta opción a favor de los preferidos de Jesús, los pobres, pide nuevas opciones, dados los nuevos tiempos.

Pide un relanzamiento de la Fundación Concordia Solidaria y de la Procura de Misiones, cada una con objetivos muy específicos. Se trata de unas tareas que piden un aprendizaje programado en la formación institucional y que todos aprendamos que los Sagrados Corazones aman a personas, no sólo a almas. Es necesario que estos Corazones nos enseñen a encontrarlos en nuestros prójimos.

El P. Santos entendió lo que significa ser misionero: un enviado a anunciar cordialmente, inculturadamente y en la lengua del pueblo, el Reino de Dios mediante el Evangelio. Su mensaje no fue para nada sincretista ni cristianamente rebajado ni acomplejado. Nunca quiso facilitar las conversiones con rebajas ni con un anuncio capcioso. Comprendió la sensibilidad popular y se afanó en difundir la devoción al Corazón de Jesús y al Corazón de María. Un pueblo que ha de ganarse el pan de cada día tiene como aliado a Jesús, manso y de corazón abierto. Y esto era lo que atraía a los pueblos.



Casa de valores de Zamengoé

El regreso del P. Santos a Camerún y las aspiraciones, especialmente del P. Mariano Iturria, apuntaron a una nueva frontera misionera: seguir en nuevas circunstancias el carisma fundacional, que empezó por crear una casa de espiritualidad y de promoción de la misión itinerante.

Solo esta fundación, junto con otra, ha sido objeto de tantas asambleas y reuniones. El resultado fue adquirir un gran solar en Zamengoé, con la gran aportación de la Procura de Misiones.

Dado el pluralismo religioso y cultural del Camerún, y la voluntad de contribuir a crear una sociedad más humana, más justa y más cristiana, se optó por considerarla casa de promoción de valores, punto que es más asequible a cristianos de diversas confesiones y no cristianos.

Por supuesto, quedó bien acordado que la preferencia siempre la daríamos a ejercicios y retiros espirituales, a encuentros matrimoniales, a la pastoral juvenil, etc., en plena coherencia con el carisma y con las intenciones de los donantes de la Procura.

La respuesta misionera carismática está en manos de los formadores y de la generosa respuesta de los jóvenes misioneros, quienes integrarán en el plan de formación el aprendizaje de los ministerios carismáticos, según las necesidades pastorales de nuestros días.

 

***

 

Llamado por Dios Padre que es amor, seguro que el P. Santos Ganuza Lasa intercederá por nosotros y para que nos entusiasmemos en la misión cordial, especialmente en Rep. Dominicana, de donde le expulsó el dictador Trujillo, país que siempre amó, y nos estimulará a encender el amor de los Sagrados Corazones en Ruanda y en Camerún.

Que lo sepamos vivir con entusiasmo semejante, y que bendiga tantas vocaciones que han surgido y germinan para la Congregación y para el Laicado Misionero.


P. Josep Amengual i Batle, M.SS.CC.
12 de enero de 2023.



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