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LOS INICIOS EN EL CARIBE

REPÚBLICA DOMINICANA

Comencemos por decir que las fundaciones en América se inician siendo el P. Gaspar Munar Superior General de los Misioneros de los Sagrados Corazones. Munar había sido elegido en el Capítulo General de 1939. En éste Capítulo se había manifestado con viveza el deseo de que la Congregación se extendiera por el Continente Americano. La primera fundación se realizó tras la insistencia del Obispo de Río Cuarto, Argentina, D. Leopoldo Buteler, para que la Congregación se encargara del Seminario menor, que estaba a punto de abrir en su diócesis. El Consejo General aceptó la insistente propuesta en fecha 4 de abril de 1940.

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Desde la América del Sur, dirigió la Congregación sus anhelos apostólicos hacia la América Central. En 1953 ofreció sus servicios ministeriales a Mons. Ricardo Pittini, Arzobispo de Santo Domingo, en el mar Caribe. El venerable Arzobispo consideró como un regalo del Cielo aquel ofrecimiento y por esto se apresuró a darnos, no sólo una parroquia, sino dos, y en capitales de provincia. Fueron las parroquias de Montecristi y de Santiago Rodríguez, situadas en el Noroeste de la Isla.

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Primeros misioneros.

A lo largo de estos 50 años de historia en El Caribe, muchos han sido los Misioneros españoles que han trabajado en la República Dominicana. En este apartado sólo queremos dejar constancia de los que llegaron en los dos primeros grupos, algunos de los cuales ya han muerto, y el resto se encuentra en España.

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El primero que hemos de mencionar es al P. Miguel Gual Martorell (†), quien llegó procedente de España el 26 de Febrero de 1954, con el nombramiento de Superior de la Comunidad. Tomó posesión de las parroquias de Montecristi y Guayubín el 28 de Febrero del mismo año. Sin dejar de atenderlas, en el 1955 se hizo cargo también de la nueva Parroquia de Villa Vásquez, a la que se trasladó definitivamente en Octubre de 1957. En 1960 pasó a Puerto Rico y en el Capítulo General de Julio de 1963 fue elegido Superior General de la Congregación.

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El P. Juan Horrach García (†), llegó también el 26 de Febrero de 1954 con la primera expedición. Desde su llegada cuidó como Párroco de la parroquia de Santiago Rodríguez. Los que trabajaron con él afirman constatar que no conocía el descanso en su agotadora labor apostólica.

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El P Vicente Yábar Andueza (†), joven sacerdote y fogoso misionero, llegó también en la primera expedición en Febrero de 1954. Residió en Montecristi, como Vicario Cooperador, desde 1954 a 1957. Después durante un año como Párroco. Residió en Santiago Rodríguez durante otro año. Luego, como miembro del Equipo de Misiones para América Latina, comenzó a dedicarse a la predicación de Misiones. En dicho ministerio recorrió Honduras, Venezuela, Nicaragua, Puerto Rico y República Dominicana.

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El Hermano Facundo García (†), es el cuarto de los que llegaran en el primer grupo en 1954. Residió en Santiago Rodríguez hasta 1957. Después en Fantino. Algún tiempo en Villa Vásquez. Siempre fue el ayudante y compañero fiel del Misionero.

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El P. Jaime Amengual Real (†), procedente de Río Cuarto (Argentina), llegó a fines de junio de 1955.

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El P. José Javier Urtasun Esparza, llegó a la isla a mediados de Octubre de 1956. Ha residido en Fantino, Santiago Rodríguez, Montecristi y Santo Domingo, desempeñando el cargo de Cura Párroco. Actualmente, trabajando aún, en su tierra natal.

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El P. Victoriano Zapelena Alfaro, llegó con el P. Urtasun en Octubre de 1956, pasando a la parroquia de Fantino. También continúa trabajando por su tierra.

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El P. Jesús Alegría (†), llegó –siendo aún Hermano- con los dos anteriores. Estuvo apenas un año en Fantino, ya que en Octubre de 1957, pasó a la fundación de Sagua La Grande (Cuba), en el Colegio del Sagrado Corazón.

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P. Ramón S. Ramos Valdez, M.SS.CC.

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PUERTO RICO

El año 1957 llegó el turno de la fundación cubana. Pero los planes de futuro se desmoronaron a causa del régimen castrista. Luego, en el año 1960, la Congregación puso el pie en Puerto Rico. Actualmente dirige un colegio y dos parroquias: la de Santiago Apóstol en Sierra Bayamón y la de S. Juan Bautista de La Salle. Las mismas están enclavadas en el seno de comunidades muy urbanas cuyas viviendas exhiben verjas y vallas por todos los costados. Con dificultades procedentes de la droga, el descontrol emocional, la bebida, la desintegración familiar, la falta de identidad de país…

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La de Santiago Apóstol también levantó su Colegio y ahí sigue. Huelga decir que la responsabilidad de mantener día a día una organización y un horario que implica a muchos niños y profesores conlleva preocupaciones nada desdeñables.

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P. Manuel Soler Palá, M.SS.CC.