A l finalizar nuestro XX Capítulo General, bajo el amparo de la que ha sido y será siempre nuestra patrona, la Moreneta de Lluc, nos alegra compartir con todos/as vosotros/as un mensaje de esperanza que nace del corazón.

Atraid@s y enviad@s por un Dios con Corazón, nos hemos adentrado en el desierto y allí hemos sido seducidos por la zarza ardiente de los Sagrados Corazones. Abrasados por esos ‘focos de ardentísima caridad y amor’ nos reconocemos enviados por ellos a reavivar el fuego del carisma y a encenderlo por todas partes y por todos los medios posibles como misioneros y misioneras de su Amor.

Nos alegra inmensamente que el Aula Capitular haya recuperado la presencia de laicas y laicos, ausentes en el Capítulo anterior. Con ellos hemos palpado la presencia del Espíritu del Traspasado que nos reúne y nos ha hecho experimentar una vez más que somos una familia carismática llamada a compartir la espiritualidad y la misión. Además, nos hemos convencido de la necesidad de abrir espacios de animación conjunta que, según el Credo elaborado en aquella ocasión, se inspira en Jesús de Nazaret que se dejó mover por el Espíritu y en el Padre Fundador, que ‘dejó hacer a Dios’.

En un tramo del camino, nos acompañó el P. José Cristo Rey García Paredes, cmf, quien inquietó nuestros corazones animándonos a aceptar nuestras sombras, a recibir lo inesperado y desconcertante de un porvenir que viene hacia nosotros y nos invita a entrar en un proceso de conversión para vivir con audacia la frescura del Evangelio y escribir así con nuestras vidas nuevos relatos de cordialidad desde un carisma de pequeña minoría, en comunidades configuradas por la misión.

Nos hemos alegrado de poder elegir en un clima fraterno al nuevo Equipo de Animación General que nos ayudará a caminar como Familia Sacricordiana para hacer realidad el sueño del P. Joaquim hoy, aquí y ahora en cada Delegación y en cada ámbito de Misión Compartida.

Brota como un manantial desde el corazón el agradecimiento por todo lo vivido durante este Capítulo. Gracias a la Hermana Viviana Aróstegui, NDC, que una vez más nos asesoró metodológicamente y acompañó nuestro proceso capitular desde su competencia y en su condición de mujer y consagrada. Hemos sentido con ella una gran afinidad carismática y su competencia ha evitado que nos estancásemos en ciertos momentos de nuestro trabajo. Gracias también a quienes desde los diversos lugares de nuestra geografía congregacional nos han acompañado cada día desde la oración y nos han animado con mensajes cargados de aliento y esperanza.

Con esa misma actitud agradecida, nos invitamos todos y todas a recibir este Documento Capitular como hoja de ruta, que nos marque la pauta para poner en marcha las líneas y acuerdos propuestos para este Sexenio que ya se ha iniciado. ‘Hay que seguir andando nomás’, decía el Beato Enrique Angelelli. No tengamos miedo. Nos acompaña la certeza de que el Espíritu de Aquel que nos ha atraído para comunicarnos su felicidad, también ahora nos envía a la misión, a continuar trabajando para prender fuego en la tierra y así verla encendida con el deseo de que todos sus habitantes tengan vida en abundancia.

Aquí estamos, Padre Bueno. Tú estás con nosotros/as. Envíanos. AMÉN.